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Botones flotantes

27 de marzo de 2013

El nuevo Furby: tecnología, apps y redes sociales envueltas en peluche

"Yo sólo quería que estuviera limpito..."

Eso fue lo que dijo mi hermana cuando (años después ...) de que su primer Furby se quedara mudo confesó que "probablemente" estaba así porque le había metido en la bañera. Y es que era un peluche tan real que la verdad es que sí que daban ganas de cuidarlo. Una mezcla rara entre osito, gato, ratón y algo más, pero en modo adorable, aunque a mí como a todo el mundo me recuerdan a los Gremmlis buenos. Aquel Furby de mi hermana no era de los primeros y luego han venido algunos modelos más, pero todos han tenido en común un equipamiento tecnológico bastante adelantado a su tiempo, con sensores, sistemas de  reconocimiento de sonido y capacidad de interacción con los niños, que en su día revolucionaron el mundo de los juguetes e inspiraron muchos de los que vinieron después. Tuvieron incluso sus propias leyendas urbanas, como que podían ser utilizados para espionaje y que habían sido prohibidos en el Pentágono, o que las frases que decían a los niños contenían mensajes subliminales.
A pesar de su precio, durante varias navidades se agotaron en las tiendas y volvieron locos a muchos padres que como el mío tuvieron que recorrer media ciudad en busca del famoso bicho. Por aquel entonces no se podía comprar por internet así que el caos era aún mayor. Hoy en día hay miles de tiendas online donde los puedes comprar, de primera, segunda o tercera mano, webs dedicadas al mundo Furby, tienen sus propias apps y también juegan en las redes sociales. Todo orquestado mediante un ambicioso plan de marketing de la empresa creadora, la juguetera Hasbro, para convertir a los Furbys en éxito de ventas.