"Mamá, cuando terminemos esta partida, ¿podemos apagar las olas?"
Estábamos jugando en la arena, en modo 1.0 total, sin móviles, tablets, consolas, TV... y sin embargo Daniel no paraba de hablarme como si la playa fuera un videojuego enorme en el que podías ganar puntos por nadar, hacer castillos o recoger conchas, los manguitos eran su bonus, y su hermana era el player 2.
Este verano una vez más hemos intentado desconectar de las tecnologías todo lo posible, pero tampoco sin obsesionarnos. Porque no nos engañemos, recurrir a los juegos del móvil en el coche, el restaurante, o esa cola interminable, cuando ya has agotado las otras posibles vías de distracción, es de lo más socorrido, fácil y rápido. Siempre y cuando, por supuesto, no abusemos de ello y recordemos que lo
que toca en estas fechas es que los niños disfruten del aire libre, del
tiempo libre y sobre todo, de los padres libres.
29 de agosto de 2013
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